30 Renuncio también de hoy en adelante a percibir el tercio de los
granos y la mitad de los frutos de los árboles que me correspondían, del país
de Judá y también de los tres distritos que le son anexionados de Samaría -
Galilea... a partir de hoy para siempre.
31 Jerusalén sea santa y exenta, así como todo su territorio, sus
diezmos y tributos.
32 Renuncio asimismo a mi soberanía sobre la Ciudadela de
Jerusalén y se la cedo al sumo sacerdote que podrá poner en ella
de
guarnición a los hombres que él elija.
33 A todo judío llevado cautivo de Judá a cualquier parte de mi reino,
le devuelvo la libertad sin rescate. Todos queden libres de tributo, incluso
sobre sus ganados.